Hace
tres años iniciamos con el proyecto de la panadería; primero incitamos a los
padres de familia y con su apoyo conseguimos la construcción del horno. La
primera vez que se utilizó, unos panes salieron como tabiques duros, quemados y
con un sabor un poco raro; hoy los alumnos no son los grandes panaderos como en
la Bimbo, pero por lo menos ya saben encender el horno, saben amasar, saben
cómo adecuar los ingredientes y mucho más. Lo que más nos llama la atención es
cómo toman la iniciativa para formar sus equipos y comienzan la jornada de
trabajo para ellos, al final se reparten el producto obtenido y todos felices.
Hay
algo que también los hace ser únicos, la convivencia desde el encendido del
horno, cómo se agrupan en parejas, en ternas o como lo deseen; pero mucho tiene
que ver Martha en esta organización, ella no siendo panadera de profesión apoya
a los jóvenes en la investigación de todo lo relacionado con el arte de la
panadería; ha invitado a personas que conocen del ramo, busca información sobre
la preparación de pan y parece que le agrada, porque se centra mucho en este
oficio, es obvio que a muchos niños y niñas les está agradando la idea de hacer
pan.
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